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Brillante. Simplemente una palabra para definir esta cinta que me ha sacado lágrimas durante dos horas de concentración nostálgica. Todo quien se dice padre, madre, debe ver esta película interpretada por Sean Penn, quien nuevamente llega a conmover, a llenarte de escalofríos. Lo logró en otras cintas y lo vuelve a hacer ahora conmigo. Es increíble la capacidad que tiene este tipo para hacer del papel, algo fácil, sencillo, directo, cercano. Me toca directamente esta cinta, ya que habla de los niños, de cómo somos los padres capaces, con nuestras limitaciones, de criar, de dar amor, entretención, de ser más lúdicos que nadie al momento de compartir. Sam, el personaje de Penn, lo logra a cabalidad. Por favor, vean esta película, que incluye a Michelle Pfeiffer como una abogada recia, dura, pero que logra llenar su vida del sentimiento que le provoca este Sam. Una historia conmovedora, simple, sincera, real. A todos nos puede pasar algo parecido con nuestros hijos, sólo debemos saber como ganárnoslos. He ahí la clave de ser padres. Del principio al final, esta mágica historia me hizo llorar como cabro chico, tal como es Sam.