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Carancho es un ave que se alimenta de bichos y animales muertos, como un ave carroñera, o como un buitre. Ese es el trabajo de Sosa, el personaje que encarna Ricardo Darin, un tipo que busca “ayudar” a gente humilde que ha tenido alguna tragedia o accidente, que va a parar al servicio público o a quienes necesitan dinero para cobrar seguros y ademases. Una turbiedad hecha película. Con dos vidas que se cruzan por accidentes, en torno a los mismos accidentes de la gente. Una paradoja que los hace chocar a ambos personajes en sus ideales y sus oficios: una (Martina Gusmán, con s), quien personifica a Luján, una paramédico, la que intenta salvar; y el otro, Sosa, que quiere lo peor, en medio de su misma miseria. Las casualidades de la vida de dos tipos simples, comunes que se juntan en medio de toda la falsedad y la truculencia del cobro de seguros e indemnizaciones. Locaciones y silencios brillantemente bien logrados. Con personajes tan reales, como la trama de esta película y un final, estremecedor. Un gran film de Darín, quien, nuevamente, nos deja perplejos. Si no se nomina al Oscar, pega en el palo, como dicen por ahí.
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